En un mundo cada vez más conectado, las tarjetas de crédito y débito se perfilan como elementos esenciales para gestionar el día a día. Han pasado décadas desde su creación, y su evolución refleja tanto los avances tecnológicos como las transformaciones del mercado.
El concepto de pagar sin efectivo surgió a mediados del siglo XX, cuando los bancos comenzaron a emitir las primeras tarjetas de crédito para clientes selectos. Con el tiempo, esta práctica se extendió masivamente, impulsada por la confianza en el sistema bancario y la necesidad de facilitar transacciones sin efectivo.
En México, el registro histórico alcanzó un punto de inflexión en 2024, con más de 37 millones de tarjetas en circulación. Este dato, fruto de un crecimiento de 7.9% respecto al año anterior, demuestra la fuerza de esta herramienta financiera en la economía nacional.
En el resto de Latinoamérica, el comercio electrónico y la digitalización de pagos han multiplicado las transacciones con tarjetas. Por ejemplo, en Perú las operaciones aumentaron un 28.1% en número y un 10.8% en monto, apoyadas por la creciente adopción de tarjetas de débito en línea.
Las tarjetas ofrecen una serie de ventajas que transforman la forma de consumir y administrar finanzas personales. Entre ellas destacan:
En México, el 53.7% de los usuarios aprovecha promociones con o sin intereses hasta junio de 2024, impulsando el consumo a plazos. Además, los planes de recompensas han evolucionado: desde acumulación de millas hasta reembolsos directos en efectivo.
La interoperabilidad entre bancos y el auge de pagos por código QR también han simplificado las operaciones, ofreciendo experiencias de pago más rápidas y accesibles para consumidores y comercios.
Pese a sus ventajas, las tarjetas implican costos y riesgos si no se usan con responsabilidad. En México, casi el 30% del saldo de clientes que no liquidan el total en cada periodo se financia a tasas superiores al 50% anual. La tasa promedio efectiva ponderada alcanza el 38.1% para este segmento.
En Estados Unidos, el saldo total de deuda en tarjetas superó 1.66 billones de dólares en el tercer trimestre de 2024, con tasas promedio del 20.35% anual. El pago de intereses por parte de los consumidores ascendió a 170 mil millones de dólares, nivel no visto desde la última crisis financiera.
En Latinoamérica, las comisiones de intercambio cayeron ligeramente, de 1.57% a 1.52%, y los adquirentes han reducido sus tarifas. Esto se traduce en menores costos para los comercios y, potencialmente, mejores ofertas para los consumidores.
Para entender mejor el panorama global, presentamos una tabla comparativa con los datos más relevantes de 2024:
La evolución de las fintech y las nuevas tecnologías continuará transformando el ecosistema de pagos. Destacan:
La tendencia apunta hacia un entorno donde las operaciones sean más rápidas, seguras y personalizadas. La convergencia de inteligencia artificial y blockchain podría introducir nuevos métodos de verificación y liquidación casi instantáneos.
Hoy, millones de usuarios dependen de sus tarjetas para cubrir necesidades básicas, compras en línea y emergencias. Entender su uso adecuado y mantenerse informado sobre tasas y beneficios resulta clave para aprovechar al máximo esta herramienta.
Al final, el poder de una tarjeta bien gestionada radica en la responsabilidad y el conocimiento. Solo así se logra un balance entre ventajas financieras y control del presupuesto personal, asegurando una salud económica sólida y preparación ante cualquier desafío.
Referencias