La tarjeta de crédito es una herramienta poderosa. Puede abrir puertas a oportunidades financieras o convertirse en una trampa difícil de superar. Comprender sus riesgos y beneficios es el primer paso para manejarla con responsabilidad.
En 2025, la deuda pendiente total con tarjetas de crédito en Estados Unidos alcanzó $1.18 billones, mientras que el gasto anual superó los $3.2 billones en 2022. Estos números reflejan un fenómeno global: los plásticos financieros se han convertido en un recurso cotidiano.
Sin embargo, el costo de este acceso es elevado. En 2022 se cobraron más de $105 mil millones en intereses y $25 mil millones en comisiones. Quienes arrastran saldos mes a mes pagan casi un 20% anual en costos financieros.
Entender la variedad disponible ayuda a seleccionar la opción adecuada para cada perfil:
El acceso fácil al crédito puede fomentar hábitos de gasto desmedido. Mantener saldos altos y usar más del 30% del límite disponible suele afectar negativamente el puntaje crediticio.
Los pagos mínimos pueden parecer una opción cómoda, pero incrementan de forma drástica el plazo y los intereses. Muchas personas descubren la importancia de la educación financiera solo después de caer en deudas.
La tarjeta de débito descuenta los fondos de tu cuenta al instante, eliminando el riesgo de intereses y deuda. Sin embargo, ofrece menos protecciones y beneficios que una tarjeta de crédito. Elegir entre ambas depende de tus necesidades de seguridad y recompensas.
El 58% de los usuarios se siente incómodo con su nivel de deuda, y el 51% reconoce que el estrés financiero afecta su bienestar personal. Un historial negativo puede obstaculizar el acceso a vivienda, empleo o préstamos futuros.
Por ello, más allá de cifras, la clave está en construir hábitos financieros sólidos y sostenibles. Aprender a usar las tarjetas de forma estratégica transforma un posible enemigo en un verdadero aliado.
Referencias